Profra. Elvira Montenegro Leyva 3er y 4to año de Primaria
Después de mucho tiempo planearlo, este año cumplí mi cometido: visitar a mi querida Maestra de 3er año de primaria. Son muchos los momentos que guardo en mi memoria de los tiempos compartidos, y son muchos mas los aprendizajes que atesoraré por siempre. Mi maestra no fue la típica profesora de iniciación básica con voz dulce y caricias fluyendo para todos, por el contrario; su carácter fuerte, su voz de trueno y su caminar que parecía cimbrar el suelo por donde pasaba, nos daba una imagen casi de miedo hacia aquella persona.
Quienes tuvimos la fortuna de tenerla como profesora, aprendimos que siempre debemos tomar responsabilidad de nuestros actos, aprendimos que las faltas tienen consecuencias, aprendimos que trabajar en equipo no significa solapar fallas, y ver fallar no significa abandonar el equipo. Son tantas las cosas que mi maestra de Primaria nos enseñó, que ahora, mas de 30 años después seguimos respetándola, añorándola y deseando que muchos mas, hubieran tenido una profesora así. En aquellos tiempos era terrible pensar siquiera en defraudar la confianza que ella nos tenía, el no cumplir con nuestros deberes, el responder de mala forma o simplemente el no hacer lo único que teníamos que hacer: aprender.
Nuestra maestra nos exigía, nos motivaba, nos alertaba y nos llevaba al límite, siempre buscaba el llevarnos a dar no solo lo mejor de uno mismo, sino lo que ni siquiera sabíamos que había dentro de nosotros. Siempre buscó la manera de hacernos temblar, de hacernos pensar, de sacudir nuestras conciencias...de ser personas de provecho....
Esto es sólo un pequeño espacio para recordar a quien aun ya en su retiro, es tan significativa como hace 30 años atrás. ¡Gracias, Mi querida Maestra de Primaria!
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